jueves, 3 de junio de 2010

¿Alguna vez me quisiste?

Y no, no hizo falta oir para comprenderle, tan sólo escuchar.
Nada ni nacie podría mover las toneladas de aceroque le retenían.
Ella nadó de vuelta a él y lo abrazó, sintiendo como su propia conciencia se desvanecía por la falta de aire. Sin esperar un instante, él tomo el rostro de ella, y posando sus labios sobre los de la muchacha, espiró el aire que la había reservado, aspiró el aire de sus labios y apretó con fuerza sus manos, unida a él en aquel beso de salvación.
El muchacho le dirigió una mirada desesperada de adiós y la empujó contra su voluntad, ella inició su ascenso hacia la superficie y, esa fue la última vez que le vio...

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