martes, 4 de septiembre de 2012

Septiembre.

Ha vuelto septiembre, y con él, un millón de lágrimas estancadas, y un puñao' de palabras que se me enredan al querer hablar. Los días largos y alegres de julio se han convertido en apenas 8 horas de luz solar diarias y la rutina de no saber qué hacer día tras día para mantener la sonrisa en la cara. Ha vuelto el olor a libro nuevo, a abrazo de reencuentro y a lágrimas en los ojos después de decir 'adiós'. Se han ido todos los propósitos, todas las ilusiones y ha vuelto con nosotros la cruda y fría realidad, repleta de momentos trágicos que se anudan en nuestra mente, imposibilitando salir a flote en esta pecera, llena de peces carnívoros, donde si no comes, te comen a ti. Puede que haya vuelto el abrazo, o la chaqueta que nos quitaba el frío, sustituyendo a ese momento de cariño en el que daba igual tener calor. Se han perdido las madrugadas en vela mirando las estrellas y pensando, '¿qué pasará mañana?' porque ahora, ya tenemos la respuesta entre nuestros dedos. Todos los años nos pasamos por el mismo recorrido, intentando cumplir nuevos propósitos, intentando cambiar algo de nosotros, o a nosotros mismos, con la estúpida esperanza de siempre: 
ESTE AÑO SERÁ DIFERENTE.
(pero todos sabemos que no es posible)




No sé a ti, pero a mí me enseñaron a luchar por lo que quiero, y a morir por lo que creo. A pelear por lo que es mío y a defender a los míos. Nunca me hablaron de calderos mágicos ni de milagros caídos del cielo. Mamá siempre decía "Si quieres algo ve a por ello" y "Para conseguirlo sólo hace falta que creas"

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