jueves, 17 de enero de 2013

Carta a las personas que se van.


Querido extraño:
Estoy...atrapada en el movimiento de las manecillas de tu reloj de pulsera, que cada vez se mueven más deprisa...Sumergida en el alcohol de una botella a la que ya no veo el fondo... Y busco en las hojas del calendario, y ya no está tachado aquel día, donde ponía tu nombre. Mis labios ya no quedan marca en los espejos, como pasaba antes en tu baño. Los periódicos siguen colgados en aquella pared, guardando los titulares de los días en los que mi cuerpo y tu cama decidían perdonarse.
Y... para qué mentir. Todo sigue en su sitio desde que tú no estás.
Todo, excepto mis ilusiones, esas que reclutaste cual tesoro y guardaste en una vitrina de cristal como si fueran tu mejor pieza de caza. Sigo manteniendo intacto tu lado de la cama, los recuerdos y aquel poema que escribí en una de aquellas horas de espera rota, y que jamás tire al mar -para que no llorasen más las olas-. Tu perfume sigue aquí. No huye como tú lo hiciste.
Aún así. Aunque esté atrapada, sumergida, perdida, y esté saliendo de un manicomio para entrar en un panteón...Aunque te eche de menos, las puertas de mi vida ya no están abiertas para ti.
Disfruta del viaje de ida.

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