martes, 3 de enero de 2012

11 de agosto de 2010, primer momento en el que nuestras voces intercambian palabras. Te hablo, aunque mejorando la expresión me hablas, ya que tu belleza ha sucumbido a mi inteligencia y ha conseguido quedarme muda ante ti.
27 de diciembre de 2010, volvemos a encontrarnos en una calle cualquiera, a una hora cualquiera de esta pequeña ciudad. Si te soy sincera, nunca imaginé que recordaría estas fechas, y menos por la simple razón de que tú apareciste en mis días.
Hasta el año siguiente no volví a saber de ti. Puede que nos cruzásemos, que hablásemos, y quizás nunca le había dado tanta importancia como ahora. Cogiste la costumbre de visitar mi casa para quedar con mi hermano. Qué estúpido. ¿Cómo iba a fijarme yo en uno de los mejores amigos de mi hermano?
6 de septiembre de 2011, quizás este fue el día que nos marcó, mucho más que cualquier otro. Estabas sentado en un banco solo y con la cara tapada, decías a gritos "me pasa algo, necesito compañía aunque quiero estar solo" y me senté a tu lado. Piensa qué hubiese sido de nosotros dos ahora mismo si no lo hubiese hecho. Puede que ahí tuviésemos la conversación más sosa e inexpresiva de todas, pero fue lo que te hizo dar el paso para hablarme todas las noches siguientes. Y todos los días.
10 de septiembre de 2011, acampada en mi finca, donde no íbamos a hablar, donde no íbamos a tontear ni a estar juntos para levantar sospechas, pero sin embargo el día que más hablamos, que más tonteamos y que más juntos estuvimos. "Son muy amigos" contestaba todo el mundo ante las preguntas que se hacía la gente de nuestro alrededor. Pero pasó. Puede que ya fuese de madrugada y contase como día 11, pero para nosotros siempre, siempre va a ser el 10. Porque fue el día en el que nos dimos cuenta de que queríamos estar con la otra persona.
16 de septiembre de 2011, mi hermano nos permite estar juntos, muy a su pesar.
17 de septiembre de 2011, segunda discusión con tus padres en lo que llevábamos juntos. Te acompaño hasta donde están tus amigos, y fue donde me di cuenta de que haría cualquier cosa por ti.
7 de octubre de 2011, quizás este día no sea muy necesario de recordarlo, pero es importante como cualquier otro. Fue la primera vez que discutimos, y el día que nos llevó a mandarlo todo a la mierda. La noche del 9 lo dejamos completamente, y al día siguiente era tu cumpleaños, en el cual intenté echarle huevos y saludarte pero no fui capaz.
28 de octubre de 2011, fue el día en el que me di cuenta de lo muchísimo que te echaba de menos. Ahí me di cuenta de que te necesitaba. Que necesitaba que volvieras a hacerme reír, de cualquier forma, o que al menos fueses tú el que me hiciese llorar y no llorase por tu culpa.
29 de octubre de 2011, nos encontramos, para variar, en la misma plazuela de siempre. Me ofreciste tu chaqueta y yo no la quise, "no me pega" dije, "no quiero oler a ti" pensé.
31 de octubre de 2011, otro día en mi finca, en el cual nuestros corazones se sincronizaron y estuvieron llorando toda la tarde, a pesar de que nuestros rostros tuvieran que aparentar simple indiferencia.
1 de noviembre de 2011, el día que decidí volver contigo. Que tenía miedo, miedo de que no quisieras estar otra vez conmigo. El día que volvimos.
Y ya no hay más fechas, porque hay tiempo suficiente para nombrar todos y cada uno de los días del resto de nuestra vida.

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